Yo estaba en Alemania con mi familia.
Estábamos cansados de tanto frío y lluvia, pero nos enteramos de
que unos amigos de Macedonia estaban en una isla preciosa, llamada Thassos, en
Grecia. Descubrimos dónde estaban alojados y fuimos allí a darles una
sorpresa. Cuando íbamos en el coche por la isla me parecía tan
bonita, el mar, el sol, el calor seco... precioso.
Al llegar llamamos a la puerta y ellos sorprendidos nos
abrazaron y empezamos a hablar. A los pocos minutos salimos a dar una
vuelta para ver a qué playas mañana iríamos. Se nos pasó el día.
Antonio, Ángela, mi hermano y
yo estábamos despiertos para ir a la playa que está cerca del Hotel,
pasaron unos 20 minutos y nuestros padres nos llamaron porque ya estaba hecho
el desayuno. Desayunamos y subimos al coche para ir a unas playas preciosas.
La primera playa era como en el Caribe, toda transparente y
en la arena habían colocados sofás y alrededor telas
blancas, muy bonito. La segunda fue la segunda que me encantó porque era como
un puerto y cuando nos metimos, al principio
solo había roquitas, como en los lagos,
pero después, cuando te alejabas de la
playa, allí empezaban a nadar peces y había unas
medusas que no picaban y tenían como lucecitas multicolores.
Había un montón de conchas y a una profundidad de unos 6
metros había un jardín: eran algas y de
ellas salían los peces de colores.
Me encantaba, todo el día en el agua. La tercera
playa que me gustó más de todas fue la que tenía una cueva submarina. Llegamos
a esa playa y nos metimos en el agua. Yo con los amigos me alejaba
porque allí cerca de la arena había esos pececitos que te comían las
costras y los restos de la piel. Uno me mordió con tal fuerza que me largué
nadando. ¡Au! Todavía recuerdo el dolor. Cuando me iba alejando veía a poca
gente cerca buceando alrededor de mí, yo puse la cabeza en el agua e iba
nadando, cuando la levanté para respirar vi una montaña enorme y en ella un
agujero que llegaba hasta el fondo marino. Los que iban detrás de mí se
quedaron con la boca abierta, como yo, claro. A mi hermano le dio por escalar
la montaña y después tirarse, pero claro eran unos doce metros para abajo y el
fondo no era muy grande, la verdad. Escalando, puso el pie mal y se resbaló a
una altura de 8 metros hacia las rocas puntiagudas pero suerte que se sujetó
con las dos manos y ¡no se cayó! Subió y después se lo pensó dos veces yno
saltó porque tenia miedo.
Cuando bajamos todos nos dirigimos hacia la cueva, era
preciosa pero había muchos erizos y teníamos que tener cuidado. Cada vez se iba
haciendo más estrecha, hasta que al final en toda esa oscuridad vimos una luz y
¡era la salida hacia la otra punta de la playa! Me encantó ese día. Las otras
playas no eran tan guapas como estas, y así yendo cada día a la playa se nos
pasaron las vacaciones muy rápido y ya nos veíamos subiendo al avión para casa.
1 comentario:
¡Te has esforzado con tu redacción, pero pasar un buen corrector ortográfico la hubiera mejorado muchísimo! ¿No tenía alguna foto apropiada?
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