miércoles, 6 de marzo de 2013

El cerdo de Calandrino

Como cada año me dirigí a mi pequeña heredad que se encuentra a las afueras de Florencia, para matar matar a un cerdo y ponerlo a salar.
Como mi mujer no se encuentra bien me acompañaron unos amigos Bruno y Buffalmacco. Cuando les enseñe el cerdo se sorprendieron mucho
-¿Qué gordo esta no? Vendelo y gastémonos el dinero en bebida sin que tu mujer se entere
-no! No me creería y además me echaría de casa! Y no insistas más por que no lo hare –respondí yo
Siguieron intentado convencerme pero no lo consiguieron, así que les invite a cenar , pero ellos se negaron y se fueron. Más tarde me invitaron a ir a la taberna a tomar unas copas. Apenas pude llegar a casa de lo borracho que estaba.Al despertarme y bajar a bajo
-¿Dónde está? Grité
Mis amigos entraron en casa
-      ¿Qué ha pasado?
-      ay de mí, amigos míos, que me han robado al puerco!
Mis amigos no me creían, pensaban que les engañaba para no gastar el dinero del puerco en bebida.
-Menos mal que, por una vez, eres discreto.
-¡Pero si lo digo de verdad! –dije.
-Ayer, Calandrino, te aconsejé que dijeras eso. No me gustaría que ahora te burlases de tu mujer y de nosotros.

-¡Te digo que me han robado el cerdo!

-En tal caso, convendría, si es posible, buscar el modo de recuperarlo. Debe de haber sido alguno de tus vecinos. Y ciertamente que, si pudieras reunirlos, yo sé hacer una prueba para ver quién lo tiene. Podría hacerse con unas píldoras de jengibre y vino pardo.

Me gusto la idea así que acepte.
Bruno y Buffalmacco decidieron, reunir a todos mis vecinos  para averiguar quién me había robado el cerdo, haciéndoles a todos una prueba con una píldora de jengibre
- quien mienta le sabrá amarga y la escupirá y  entonces sabremos quien es el culpable del robo del cerdo. Dijieron
Cuando estábamos todos reunidos Bruno y Buffalmacco comenzaron a repartir las píldoras a cada vecino . Cuando me dieron una píldora. Cojí la píldora ,  me la trague y a los segundos de masticarla la escupí de lo amarga que estaba .
Todo el mundo me quedo mirando .
-¿Pero qué es eso, Calandrino? Esperad, que quizá sea otra cosa lo que le ha hecho escupir. Le daremos una más.
Cuando me trague la segunda pasó lo mismo, la volví a escupir.
Toda la gente se comenzó a ir ya que pensaban que había mentido con el robo de mi propio cerdo.
-Por seguro daba yo que tenías el cerdo y que querías mentirnos con eso de que te lo habían robado para no darnos de beber con el dinero que recogieras.
Aun con el sabor en la boca dije:
-      Claro que no lo tengo, creerme! Dije
-Pretendes, con tus juramentos, que creamos que te han robado el puerco que debes de haber vendido. No nos agradan tus burlas y, si no nos das dos pares de capones, se lo contaremos a tu esposa.
No me quedaba otra opción, así que accedí y les di lo que me pedían

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