Me llamo Calandrino y tengo una pequeña heredad en las afueras de Florencia.
Además de cultivar, crío cada año un cerdo que es la envidia de todos los vecinos, por lo grande que es.
En diciembre vamos mi mujer y yo y matamos al cerdo, pero este año mi mujer no me ha podido acompañar por encontrarse indispuesta.
En cuanto llegué vinieron a pasar unos días conmigo mis amigos: Bruno y Buffalmacco.
Maté al cerdo y mis amigos me propusieron un trato:
-Calandrino, estoy pensando que podrías decirle a tu mujer que te han robado el cerdo, y con el dinero de la venta del puerco, nos montamos una buena juerga.
-¿Pero que dices, estás loco?, mi mujer me mata.
Me puse furioso, cómo podía pensar que yo haría una cosa así.
-Bueno hombre, no te lo tomes así, vamos a la taberna del pueblo, a tomarnos unos vinos.
-De acuerdo, pero no intentéis convencerme, el dinero de la venta del cerdo, me lo llevo a casa y se lo doy a mi mujer.
Llegamos a la taberna y para mi descanso en ningún momento mis amigos hicieron referencia al puerco, bebimos, charlamos y reímos. Pero creo que bebí demasiado, Bruno y Buffalmacco se ofrecieron a acompañarme a casa, yo se lo agradecí mucho, no creo que yo sólo hubiera podido llegar.
Me desperté muy temprano, contento porque hoy iría a vender el cerdo y me darían un buen dinero por él, mi mujer estaría orgullosa de mí.
Cuándo fui a vender el cerdo, me dí cuenta de que no estaba. Empecé a gritar: “Me han robado”, “Me han robado”, todos los vecinos vinieron a ver que pasaba, sentí una angustia tremenda, quien podía ser tan malvado, para robar a una pobre persona como yo.
Llegaron Bruno y Buffalmacco. Bruno me explicó que él tenía un amigo en Florencia que hacía unas pastillas con las que era posible saber quién te había robado.
Bruno llegó al día siguiente con las pastillas, nos reunió a todos en el banco del parque.
Uno a uno fuimos cogiendo las pastillas y tomándonoslas.
Cuándo me puse la primera en la boca, me vinieron unas enormes ganas de devolver, tenía un gusto muy asqueroso.
La escupí enseguida. Mi amigo Bruno grito:
-Ya tenemos al culpable, no me hubiera podido imaginar que hicieras una cosa así.
-Ya tenemos al culpable, no me hubiera podido imaginar que hicieras una cosa así.
-Cómo puedes pensar que yo me he robado a mi mismo.
-Muy fácil, para no compartir con nosotros el dinero, nosotros te dimos la idea y tú nos has engañado.
Vi como todos, se marchaban de mi lado murmurando. Pero en mi mente yo sólo podía pensar en una sola persona.
-¿Qué le voy a decir ahora a mi mujer?
-Me va a echar de casa.
Bruno me contesto que lo hubiera pensado antes, y se marcho junto a Buffalmacco, cuándo ya estaban lejos, me pareció verlos sonreir.
1 comentario:
¡Muy bien utilizado el punto de vista!
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