Una visita inesperada
Macallan estaba a punto de entrar en el hostal de mala muerte, donde se hospedaba durante su estancia en Chicago. De repente, siente que alguien le está observando, se para en seco y se gira lentamente. El aire caliente le envolvía de pies a cabeza, creando una sensación de náuseas irremediable. No había ni un alma a estas horas por las calles. Pero Macallan estaba seguro que había alguien entre las sombras, alguien que le observaba desde la distancia. Agudizando el oído percibe un pequeño crujido que proviene del callejón, situado a mano derecha. Con la mano zurda rozando la culata de su revólver Smith & Wesson Modelo 3, empezó a aproximarse al oscuro callejón.
La expresión de Macallan no delataba el mínimo sentimiento, pero en su interior estaba con los nervios a flor de piel. No era la primera vez que le intentaban asesinar, ni tampoco sería la última, pero esa sensación de que su vida podría acabar en cualquier momento le conmovía. Todos le tememos a la muerte, pero a lo que le tiene Macallan especial recelo es a que se le arrebate la vida, que alguien juegue a ser Dios.
Todos sus sentidos estaban alerta, hasta el más mínimo sonido, él lo podía percibir. Y así, fué avanzando sin hacer ruído.
Al llegar al final del porche, se pegó a la pared del hostal, y esperó. Esperó a que su oponente avance. En el momento de escuchar unos pasos firmes, que avanzaron hasta llegar a unos metros de Macallan. Empuñando su revólver, saltó quedando frente al tipo, que escondía su rostro bajo el sombrero, apuntandole entre ceja y ceja.
-¿Macallan? -dijo el forastero, quitándose el sombrero y dejándose ver.- Soy Landon. Necesito tu ayuda George.
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