Benito
Mallo
Benito
Mallo, según se dice fue un hijo ilegítimo del antiguo señor del pazo, se decía
que quién si tenías el pazo eras el dueño del pueblo. Creció en la pobreza y
con el desprecio de los demás habitantes del pueblo, pero aún sin haber estudiado,
era un chico muy inteligente y avaricioso. En el libro, sin embargo, le
conocemos por ser el abuelo de Marisa Mallo y por no haberse interpuesto entre
el matrimonio de su nieta y el doctor Da Barca.
El
libro nos explica que Benito Mallo era un hombre extremadamente rico, de esos
que ni te preguntas como se ha hecho rico. Se hizo rico gracias al contrabando,
hacía negocios con muchas cosas como joyas, café y cobre.
El
“padre” de Benito Mallo era un hombre de mala vida con la profesión de
cohetero. Que murió en una pelea acuchillado. Un acontecimiento notable en su
vida es que en su juventud, interrumpió a caballo en la fiesta del patrón, una
realmente importante, con un arma pegando tiros al aire.
Cuando
quiso comprar el pazo, ya siendo increíblemente rico y con comercios
internacionales. Envió a personas de su confianza a la residencia de los
antiguos propietarios del domicilio. No obtuvo ningún resultado así que tuvo
que ir él. Se dice que todo tiene un precio, y este caso no era una excepción. Les
mostró un barril lleno de dinero, un barril con el que se lleva el bacalao,
dijeron rotundamente que no así que le dijo a su mayordomo que trajese más,
entonces aceptaron el trato. No contento con esto, Benito Mallo quería tener
contratado a una persona que tuviese sangre de las personas que le habían
vendido la propiedad. Una manera de demostrar su poderío demostrando que tenía
a los antiguos propietarios a sus pies.Lo consiguió. Sació su sed contratando a
un hombre de la antigua familia como jardinero, un hombre de pocas palabras y
que tenía el jardín impoluto siempre.
Otro
hecho destacable de su vida, es uno en el que consiguió reunir a todas las
figuras importantes de su pueblo. Los reunió a todos en una sala y empezó a
leer poemas, poemas famosos importantes de la literatura española escritos por
otra persona. Y no paró de leer respondiendo con una fiera mirada a las
personas que hacían burla. Hasta que todos callaron, y asintieron afirmando que
esos poemas eran de Benito Mallo. Él sabía perfectamente que esos poemas no
eran suyos, de hecho, el propósito era que los invitados también lo supieran. Y
aun así dijesen que ese poema era de Benito. Según él, eso era el poder.
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