Igual que todos los días, cuando me dirigía a clase, me encontré con mi amigo Jordi que se dirigía a su barca, para salir a faenar.
-¡Buenos días, Jordi!, ¿Al trabajo de todos los días?
-Sí, qué remedio, pero hoy tengo un mal presentimiento.
-¿Qué té ocurre? –le pregunté asustado.
-El color rojizo de estas nubes como castillos de naipes, me dan mala espina.
-No seas pájaro de mal agüero, seguro que no será nada.
-Ojala tengas razón. Bueno, Jaume, hasta mañana. Que tengas un buen día en el colegio.
-Gracias, Jordi. Hasta mañana.
Yo seguí mi camino, mientras observaba como los barcos de pesca desfilaban uno detrás de otro, como un ejército de hormigas, hacia la bocana del puerto y se dispersaban, por todo el mar.
Mientras me dirigía al colegio, fui observando cómo cuanto más subía el sol por encima del faro, las nubes, cogían formas más desafiantes.
Quizás sí que tenía razón el experimentado marinero. No pude evitar que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo.
Durante el día empezó a llover abundantemente y a soplar un viento huracanado, que como aquel que dice había salido de la nada.
Cuando llegué a casa por la tarde, lo primero que me dijo mi madre, es que una de las barcas que por la mañana había salido a pescar, todavía no había regresado a puerto.
¿Será tal vez la barca en la que iba mi amigo matutino Jordi?
-¡Buenos días, Jordi!, ¿Al trabajo de todos los días?
-Sí, qué remedio, pero hoy tengo un mal presentimiento.
-¿Qué té ocurre? –le pregunté asustado.
-El color rojizo de estas nubes como castillos de naipes, me dan mala espina.
-No seas pájaro de mal agüero, seguro que no será nada.
-Ojala tengas razón. Bueno, Jaume, hasta mañana. Que tengas un buen día en el colegio.
-Gracias, Jordi. Hasta mañana.
Yo seguí mi camino, mientras observaba como los barcos de pesca desfilaban uno detrás de otro, como un ejército de hormigas, hacia la bocana del puerto y se dispersaban, por todo el mar.
Mientras me dirigía al colegio, fui observando cómo cuanto más subía el sol por encima del faro, las nubes, cogían formas más desafiantes.
Quizás sí que tenía razón el experimentado marinero. No pude evitar que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo.
Durante el día empezó a llover abundantemente y a soplar un viento huracanado, que como aquel que dice había salido de la nada.
Cuando llegué a casa por la tarde, lo primero que me dijo mi madre, es que una de las barcas que por la mañana había salido a pescar, todavía no había regresado a puerto.
¿Será tal vez la barca en la que iba mi amigo matutino Jordi?
1 comentario:
¡Has escrito una redacción fantástica!
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