|
Caterina Daiana Curutchet (2011): Puesta de sol |
Ese día era muy especial. No hacía mucho viento, pero era muy frío, y se me congelaban las lágrimas. El cielo parecía plano, y las nubes eran como si estuvieran apoyadas en un cristal. Las olas eran muy finas, pero largas. A lo lejos se veía la sutil silueta de las montañas, que cada vez se veía menos. Ese día se cumplían 7 años de la muerte de mi madre. Estábamos las cuatro, mis tres hermanas y yo, sentadas en la orilla. Aunque cada una pensara en una cosa, todas mirábamos la puesta de sol, veíamos cómo oscurecía, cómo los colores iban cambiando. Desde pequeña creí que este momento tardaría en llegar, o eso era lo que deseaba. Pero te das cuenta de que no lo superas, simplemente aprendes a vivir con eso. De repente una de nosotras dijo:
-¿Cuánto tiempo llevamos aquí sentadas?
-Buufff… Desde las seis de la tarde. Y son las ocho y media.- Dije con voz quebrada, tras tanto rato sin hablar.
-Bueno, ya podríamos ir para casa, ¿no?
-Sí, lo mejor será que nos vayamos.
Nos pusimos de pie las cuatro, y abracé a mi hermana mayor. Cuando llegamos a la calle, me sacudí la arena y me puse las chanclas. Había sido una tarde mucho más larga de lo normal, y con diferencia.
1 comentario:
Wanda, has escrito una redacción genial. Muy bonita. La foto también me gusta mucho.
Publicar un comentario