Otro año más, me
dirija a matar al cerdo, pero este año iba solo, pobre de mi mujer, había cogido un gripal como no hay otros.
A la mañana siguiente,
y había matado al gorrino cuando me encontré a Bruno, que iba acompañado de su inseparable amigo, Buffalmacco que estaban hablando con mi vecino el cura del pueblo. Con lo grande que era el puerco este año, decidí regodearme y les
enseñe el animal, entonces dijo Bruno:
- ¡
Que gordo está! Véndelo y gastémonos el dinero, y a tu mujer le dices que te lo han robado.-
Con lo mal que se encontraba mi mujer decidí que lo último que quería hacer era darle un disgusto a la pobre, así que le respondí que no.
Ellos siguieron insistiendo pero yo ya había tomado una decisión pero para no perder nuestra amistad les propuse de venir a cenar, así podrían probar el puerco, pero se negaron.
Esa misma tarde me vinieron a buscar a casa Bruno y Buffalmacco para ir a tomar unas copas, realmente me
alegró que hubieran olvidado el malentendido del cerdo y que volviéramos a ser amigos, estuvimos bebiendo hasta las tantas de la noche.
Me levanté al día siguiente con una terrible resaca, no obstante me sentía bien, mi mujer se encontraba mejor, había pasado una buena noche con mis amigos y hoy tocaba un rico y enorme puerco para comer, no obstante fue levantarme y empezar a buscar al animal, había desaparecido.
Salí a la calle gritando que me habían robado el cerdo cuando Bruno se me acercó y me dijo:
- Ayer Calandrino, te
aconseje que dijeras eso. No me gustaría que ahora te burlases de tu mujer y de nosotros.
Yo respondí dando certeza al hecho de que me habían robado el cerdo y ellos me
propusieron de reunir a todos mis vecinos para hacer una prueba con píldoras de jengibre y vino pardo, quien las escupiese,
seria culpable.
Llegue a la reunión con mis vecinos
y iba mirando a los demás mientras mis amigos iban repartiendo las píldoras
por que uno de ellos era el ladrón de mi animal.
Para evitar
mal entendidos, yo también tomé una píldora, pero lo que no me esperaba es que tuviera un sabor tan amargo, así que de inmediato la escupí. Se me puso la cara roja de vergüenza, pero allí estaba Bruno para defenderme, así que me dio otra a ver si era pos otra cosa, pero por mucho que quise aguantar, la acabé escupiendo como la primera, yo no me explicaba lo que pasaba y mis amigos empezaron a acusarme de mentiroso, de traidor, y por mucho que lo negara, nadie me creyó.
Estaba desconcertado, solo y aún tenia que enfrentarme a lo que tenia en casa, pero tenia una teoría y solo falta aplicar la venganza.
1 comentario:
El cambio del punto de vista está muy bien hecho. Repasa la ortografía.
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