El lunes 19 de julio salimos en dirección a Sant Hilari al amanecer. Nos subimos todos al coche y con muchas ganas de pasarlo bien emprendimos el camino. No había pasado ni una hora que yo ya estaba hambriento y decidimos pararnos en Tàrrega para comer algo. Entramos en un bar que tenia muy buena pinta porque mi padre me dijo: -aquí seguro que se come bien, porqué hay muchas furgonetas de trabajadores y algún que otro tractor.
No le faltaba razón, nos dieron comida hasta que nos salió por las orejas.
Con la tripa llena y sin perder la ilusión por el viaje, continuamos hasta nuestro destino.
A las 14:00 llegamos a nuestro hotel que se llama Vilars Rurals y está situado en medio de un bosque a las afueras del pueblo.
Una vez instalados decidimos organizar las vacaciones entre excursiones al bosque, visitas al pueblo y la comarca. Para hacer todo esto fuimos a la oficina de Información y Turismo, donde muy amablemente nos dieron unos folletos de todos los itinerarios por el bosque y por sus fuentes.
Allí es donde supimos que Sant Hilari es conocido como el pueblo de las cien fuentes.
El segundo día de nuestras vacaciones decidimos visitar una de las fuentes más nombradas: La Font Vella. Allí vimos las instalaciones y la antigua fuente que le da nombre a la fábrica.
Otra cosa que nos llamó la atención es que en el pueblo hay un dulce típico que se llama Jaumet –como yo-. Jaumet era un hombre del pueblo que se dedicaba a llevar agua de las fuentes con un carro a la gente del pueblo.
Lo que a mí y a mi hermana nos emocionó más fue la excursión a Selva Aventura, un parque en medio del bosque con actividades de la naturaleza y atracciones como: tirolinas, puentes de cuerda y otras muchas actividades. Sin duda los que lo pasaron peor fueron mis padres que no les apetecía mucho trepar por los árboles.
Uno de los días que fuimos al pueblo decidimos comprar “secallona” un embutido típico de la comarca y nos gustó tanto que siempre que podíamos íbamos a comprarla a la misma tienda. Fueron tantas las veces que fuimos a comprar que cuando entrábamos por la puerta la señora Lluisa ya nos decía: ¿”Qué veniu a comprar secallona”?
Sin duda han sido las mejores vacaciones que he hecho con mi familia en muchos años.
JAUME VERNET2º DELTA
1 comentario:
¡Qué bien escrito, "Jaumet"! Así me gusta, que mantengamos bien alto el nivel de nuestro castellano.
He leído el texto con fruición. Creo que has dejado de manifiesto que un viaje, para ser bonito, no tiene por qué ser necesariamente lejano, puesto que también dentro de nuestro país podemos encontrar cosas interesantes: el agua que hay allí y los embutidos "secallona" nos dan buena muestra de ello.
Gracias por tu entrada.
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