
En la capital de la antigua Grecia, Atenas: el rey de Atenas, un hombre mayor y sin descendencia para ocupar su trono, llamó urgentemente a tres caballeros, Teseo, Anquilo y Rittoy. El rey buscaba un nuevo rey para Atenas, y puso tres pruebas que debían pasar los caballeros, la primera y más fácil, una prueba mental, la segunda era una prueba de fuerza y la tercera y por lo tanto más difícil, era una prueba de supervivencia.
Los tres caballeros, decididos, entraron en la sala, para superar la primera prueba. Era una especie de problema matemático. El problema era el siguiente:
Tenían todo el tiempo que quisieran para averiguarlo. Pero sin ayuda de nadie, ellos solos, cada uno por libre. Pensaron mucho, demasiado. Pero los tres escribieron con la ligera pluma en su papel la repuesta. Los tres casualmente la acertaron. La respuesta era:''En el interior de una habitación cerrada hay una bombilla y fuera de la habitación hay tres interruptores, sólo uno de ellos enciende la bombilla. Mientras la puerta esté cerrada puedes pulsar los interruptores las veces que quieras, pero al abrir la puerta hay que decir cuál de los tres interruptores enciende la bombilla.''
1. Encendemos dos interruptores durante un tiempo. (El tercero se deja apagado)
2. Apagamos uno de los dos interruptores encendidos.
3. Entramos en la habitación. Habrá una bombilla encendida y dos apagadas.
(La bombilla encendida es la del interruptor que está encendido)
4. Tocamos las dos apagadas, una estará caliente y otra fría
(La bombilla caliente es la del interruptor que encendimos y apagamos)
5. El interruptor que no he tocado corresponde a la bombilla fría
Los tres superaron la prueba, pasaron a la segunda. Debían luchar contra unos dragones que tenían encerrados. Pero esta prueba solo la superaron dos, Teseo y Rittoy. Anquilo murió en el intento.
La tercera prueba era pasar el laberinto antes de que anocheciera, evitando todos los peligros, que a medida que pasaban las horas iban aumentando.
La tercera prueba era pasar el laberinto antes de que anocheciera, evitando todos los peligros, que a medida que pasaban las horas iban aumentando.
Había dos laberintos idénticos, uno para cada caballero. Eran las diez de la mañana, los dos se metieron en su laberinto. En los laberintos había desde pequeños insectos hasta grandes monstruos, los que debían esquivar para continuar su camino. Las ocho de la tarde y no se sabía nada de ninguno. Ya empezó a oscurecer. Nadie sabía lo que estaba pasando allí dentro. Eran las once y media de la noche, llevaban más de doce horas allí. El rey desesperado por esperar se levantó y irse a dormir a su castillo, pero justo en ese momento entre los matorrales del laberinto de Teseo, apareció, él. Explicó su experiencia y su valentía, y fue nominado para el nuevo rey de Atenas. De Rittoy nunca se supo nada más.
1 comentario:
Blanca, has hecho una redacción perfecta.
Publicar un comentario