
Cuándo yo aprendí a ir en bici, tenía ocho años. Mi hermano me enseñó. Se lo pedí a mi padre, pero él se lo dijo a mi hermano. Así que un día soleado de verano, salimos al parque, donde había una pista de mármol en el suelo, con mi bicicleta roja, blanca y gris completamente nueva. Con toda la ilusión del mundo, me subí a ella. Mi hermano, dándome instrucciones de cómo montarla, frenar y etc. Al final, cansada, aprendí a ir en bicicleta. Aprendí en tan solo una hora. Pero mi hermano decía que todavía no sabia ir en bici, simplemente por el hecho de que no sabia dar la vuelta en una calle. Tenía que hacer un semicírculo, un giro de 180º para girar en una calle y yo no quería por miedo a chocarme contra algún coche mal aparcado. Ya que no quería quedarme sin aprender a hacer eso, me quedé unas cuantas horas más en el parque. Las primeras fueron con él, pero luego se cansó y me quedé sola. Al final, cansada, volví a casa.
Al día siguiente, volvimos los dos juntos al parque, y al cabo de unos minutos le enseñé lo que había aprendido sola. Ya sabía ir en bici.
2 comentarios:
Muy bien, Maya, siempre con tu fuerza de voluntad. Buena redacción.
Está corregido
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