
Olía a pan recién hecho, bajé las escaleras, con los ojos casi cerrados, vi encima de la mesa un trozo de pan recién salido del horno y un fino chorro caía lentamente sobre el trozo de pan, era mi madre que me preparaba el desayuno, el típico desayudo de cada mañana, o por lo menos típico para Meknes, mi pueblo, en Marruecos.
Me llamo Abdullah Jinjie, tengo dieciséis años y vivo en una casa de dos plantas con mi madre y mi padre, que ha desayunado hace dos horas, y se ha ido a trabajar, él trabaja haciendo aceite, yo a veces le ayudo, de esta manera acaba antes y por lo tanto llega antes a casa.
Hoy me tocaba ayudarle también, él ya estaba allí, cuando yo acabara de desayunar iría para la fábrica. Mi madre había preparado dos tapers con cuscús, uno para mí y el otro para mi padre. A mi padre le encantaba el cuscús, ya que era un plato que a mi madre se le daba muy bien cocinarlo.
Me fui hacia la fábrica de aceite, eran las diez de la mañana, comeríamos a las dos, teníamos cuatro horas de trabajo duro. Era octubre, por lo tanto era época de coger las aceitunas del árbol. Lo hacíamos a mano, una por una, y la tirábamos al cesto de estaba en el suelo. Trabajábamos bien en equipo. Ya eran las dos, la hora de comer nuestro cuscús, que estaba buenísimo, teníamos hambre y necesitábamos coger energías para luego seguir.
Llenamos quince cestas de las grandes con aceitunas, el trabajo de hoy había valido la pena.
1 comentario:
Blanca, has escrito una redacción preciosa. Has aprovechado bien toda la documentación.
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