Mi personaje es Maria da
Visitaçao.
Después de que Herbal le regalara aquel lápiz de carpintero, el cual llevaba una larguísima historia detrás, Maria, empezó a llevarse muy bien con él, y se dio cuenta de que había ganado una persona de confianza para siempre, y en esos tiempos, eso era un gran apoyo.
Maria siguió trabajando en el club de Manila durante mucho tiempo, siguió abriéndose de piernas y bebiendo cervezas para poder seguir adelante.
Su día a día consistía en eso, en ir a la cama con cualquier hombre que se presentara con ganas de evadirse de la realidad, y ella era la que los ayudaba a hacerlo.
Un día cuando estaba hablando con Herbal, mientras dejaba que el cigarrillo la consumiera lentamente, entro un hombre encantador.
Maria había visto pocos hombres tan apuestos, ya que los clientes habituales no eran muy agradables de ver.
Ella no sabía lo que era el deseo por otra persona, desconocía lo que era el amor, la pasión, el querer. Pero en cuanto lo vio, se le iluminó la cara.
Aquel hombre tendría unos 25 años, tenía una mirada fría pero cautivadora, era alto y con una buena percha.
Maria no paraba de preguntarse a sí misma el motivo por el cual un hombre como él, estaba en un lugar como ese.
Manila atendió al hombre y le dio una habitación donde pasaría el rato con Maria, la cual estaba nerviosa, ya que nunca le había importado su imagen cuando lo hacía con otros hombres, pero con este, antes de ir a la habitación, salió corriendo al baño para arreglarse el maquillaje.
No se reconocía a ella misma, ¿Por qué hago esto? Se repetía constantemente en su cabeza, es un hombre como cualquier otro, ¿no?
Pero ella sabía que no.
Cuando fue a la habitación, el hombre la alago nada más entrar, y ella se sonrojo.
Estuvieron una hora entre postura y postura, y hablando sobre su vida, cosa que ella nunca había hecho, y según Manila, no era necesario.
Cuando acabó la hora, Maria sentía que quería más de él, y él, por alguna remota casualidad, también quería más de ella. Él le prometió que volvería la semana que viene, y ella asintió mientras sonreía con la sonrisa más bonita que él había visto.
Pero antes de irse, Maria se armó de valor y le pregunto, ¿Pero cómo ha llegado a parar un hombre tan encantador como tú, aquí? Si podrías tener a cualquier mujer, y hacerle el amor locamente, que seguro que está mejor que estos polvos exprés.
Y él le respondió, mientras se marchaba para volver la semana que viene, si, el sexo sin amor es una experiencia vacía, pero como experiencia vacía, es una de las mejores.
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