Ya hacía 10 años desde la muerte de Herbal, tanto tiempo, que hasta parecía que lo había olvidado de manera permanente. Todos los domingos, sin excepción alguna, María iba a la tumba de Herbal para dejarle unas rosas. Su ausencia, no quería decir que dejara de ir a visitarlo de manera semanal, aunque ya no fuera de una manera tan sentimental; sino como una costumbre.
María paseaba con paso lento por la calle, mientras las hojas caían de los árboles a su alrededor.
Era una preciosa tarde de otoño, y con el caer de las hojas sumado a la temperatura gélida que hacía, era como si el tiempo se detuviese.
Tres golpes sonaron en una puerta acristalada ya algo vieja, se podía contemplar que tenía sus años por lo amarillento que tenían los cristales y por la mugre y el desgaste que había en el pomo de la puerta de tanto pasar la mano por él. Siete segundos contados hubo entre el abrir de la puerta. Tras ella, se asomó un hombre de edad media, con alguna que otra cana en el cabello y diminutas arrugas en la tez de su cara.
- Oh, eres tú, María. Pasa, pasa. - María entró en el interior del edificio abandonando la calle de forma rápida y eficaz.
- Hace un frío del demonio, ¿eh, Juan? - El hombre asintió.
- Pasemos dentro, así podremos hablar mejor.
El hombre, era novio de Maria. Después de 5 años de luto, Maria se inició de nuevo en su vida amorosa. Fue todo un éxito.
[...]
Después de la cena, ambos se acostaron en la cama. Juan encendió la lámpara de su mesita de noche, y se colocó sentado de manera que la espalda estaba apoyada sobre cabecero. Se colocó sus gafas de lectura y seguidamente leyó todas las facturas y cartas acumuladas durante la semana.
- ¿Hoy también fuiste a dejarle rosas? - Juan miró por encima de las minúsculas gafas de lectura a María, apartándose de todo el alboroto de las cartas.
- Sí, pero... hoy se veía más frío todo, incluso su tumba. - María respondió bostezando con una voz poco audible.
- No te preocupes, debe de ser el frío. - Juan se revolvió en la almohada, cerró la luz guardándolo todo en el cajón y abrazó a María.
- Buenas noches.
- Buenas noches...
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