Fui a buscar a Natalia a su casa, para irnos a la playa, era por la tarde y hacía algo de frío pero no obstante salimos.
Llegamos al puerto y vimos una pastelería y compramos unos croissants y nos los comimos de cara a la playa. Cuando llegamos a la playa nos sentamos y empezamos a ver el mar, las olas rompiendo en las rocas, aun hacía sol pero quedaba poco tiempo para que se puniese por detrás del mar y al poco tiempo le dije:
-Tengo una noticia buena y otra mala.
Y ella me contestó:
-¿Qué pasa?
-Primero te diré la mala, tengo que marcharme a Estados Unidos durante seis meses.
-Pero ¿por qué en estos momentos?.
-No tengo elección, pero solo serán seis meses y podré venir una vez al mes.
-¿Y no puedo ir contigo?
-No puedes, es por trabajo, lo pregunté y me dijeron que no podía ser, que no hay presupuesto.
-Bueno, no pasa nada si solo son seis meses, ¿pero cuándo te vas?
-En unos dos o tres días.
-¿Y la Buena noticia?
-Natalia, ¿quieres ser mi esposa hasta que la muerte nos separe?, en pocas palabras, ¿quieres casarte conmigo?
No habló, se quedó perpleja sin saber qué decir y al poco tiempo me besó y me dijo:
-Sí, quiero ser tu esposa hasta que la muerte nos separe.
Entonces yo hice mi viaje de negocios a EE.UU y al volver nos casamos, ahora tenemos dos hijos: Rosa y Riki, y nos va todo muy bien.